Campaña en Dalhart, Texas: Buenas Nuevas Desde Tierra Lejana
“¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?”
— Romanos 10:14
“Como el agua fría al alma sedienta, Así son las buenas nuevas de lejanas tierras.”
— Proverbios 25:25
Una palabra que nació con una carga
Antes de poner un pie en Dalhart, ya Dios había sembrado algo en mi corazón. Era como una carga… pero no pesada, sino llena de amor. Amor por las almas. Por las familias. Por una iglesia que anhela crecer.
Esta campaña no fue una idea, ni una agenda más. Fue una misión con propósito.
Fuimos con el deseo de ver vidas transformadas, de fortalecer a nuestros hermanos en la fe, y sobre todo, de apoyar a sus pastores—nuestros amigos, los hermanos Jonathan y Jackie Serpas—con presencia, palabra, y respaldo.
Nos preparamos con lo que tenemos: ayuno, oración, y un espíritu de unidad que solo Dios puede dar. El corazón iba listo… y Dios no nos decepcionó.
Lo que el ojo no esperaba, pero el Espíritu sí
Si me preguntan qué momento me marcó… sin duda fueron esos adolescentes, quebrantados delante de Dios, al lado de sus padres, pidiendo ser bautizados en el nombre de Jesús.
No fue emoción. Fue convicción. Fue el Espíritu Santo tocando generaciones al mismo tiempo.
El mensaje de esos tres días fue sencillo, pero directo:
“No seas un espectador, sino un adorador.”
Y lo vivieron. La iglesia entera lo vivió.
Durante la alabanza, la presencia de Dios no solo se sentía… se paseaba entre los hermanos.
Y sí, hubo milagros. Una hermana que no pudo asistir por su condición de salud—fuimos a su casa a orar. Ella y su familia (una hermosa familia boliviana) nos recibieron con tanto amor. Dios la sanó. Y al tercer día, ahí estaba ella, en medio de todos, gozándose.
Una iglesia que abraza
Desde que llegamos, sentimos el cariño. La iglesia de Dalhart es pequeña en número, pero grande en amor.
Los pastores Serpas nos recibieron como familia, y cada hermano y hermana reflejaba ese mismo espíritu: amabilidad, gratitud, y fe.
Lo que más me impactó fue su espíritu trabajador. Personas que luchan cada día, que tienen sueños, metas, y un deseo real de avanzar. Una comunidad con hambre de Dios.
Recibieron la Palabra como dice Proverbios 25:
“Como agua fría al alma sedienta…”
Así, con esa frescura y apertura, la recibieron.
Fruto que se ve… y se siente
¿Qué pasó en esos tres días?
12 bautismos en el nombre de Jesús
Familias nuevas
Sanidades
Llenura del Espíritu Santo
Ánimo renovado en los pastores y líderes
Y no solo fue lo visible. Una palabra profética salió con claridad:
“Dios levantará un evangelista desde este lugar para llevar la semilla a otros estados y países.”
Para los que no pudieron estar…
A los que no estuvieron presentes, los tenemos en oración.
Este mover no fue solo para Dalhart. Es un recordatorio para todos nosotros:
“Hay campos amplios, abundantes, listos para trabajar. No perdamos tiempo en contiendas o divisiones. El Dueño de la mies viene pronto… y viene por lo que le pertenece.”
Más allá de las fotos
Hay cosas que las cámaras no capturan.
Como cuando compartimos el pan con los pastores y hermanos…
Como esas conversaciones entre risas y lágrimas, donde se comparten sueños, anhelos, y decisiones profundas.
Dios estuvo en cada detalle.
Y después de tres días intensos, aún el Señor nos dio fuerzas para llegar a tiempo a Houston, y terminar el domingo en nuestra iglesia local con una actividad hermosa.
Porque si la obra no ha terminado… nosotros tampoco.